Decidí viajar a Israel a realizar voluntariado, ha sido una de las decisiones más importantes en mi vida y uno de los proyectos que he trabajo con más empeño e ilusión.

He dejado atrás hijos, carrera profesional y mi país Guatemala. ¡He invertido tiempo, energía y afectividad en realizar este sueño que gracias a Dios se ha realizado!

Cada día que he compartido en ALEH ha valido la pena porque he viajado al interior de mi corazón, he crecido hacia adentro y he regresado a lo básico. Es decir, que me he dado cuenta, que hay otras formas de sentirse feliz y pleno, ¡además que con menos tengo mucho más!

Los niños de ALEH Jerusalem han sido maestros que Dios me ha puesto enfrente para aprender a sonreír, dar amor, quejarme menos y apreciar más la vida.

Los niños son genuinos por naturaleza, reaccionan de muchas formas cada día y en cada momento: a veces llorando cuando sienten molestia, otras veces con una sonrisa, con un abrazo, una caricia. Esta es parte de la belleza que encierra trabajar con niños que lo que ves, es tal cual lo expresan, por lo que estás expuesto a la verdad todos los días y esto ya es una ganancia cuando viajas al interior de tu corazón.

¡Hay otras formas de sentirse feliz y pleno!

Los niños de ALEH nos hacen saber que nuestra labor es valiosa, por más sencilla que parezca la faena. Significa algo vital para ellos, porque su bienestar depende de las competencias académicas, ¡de atención, destrezas, dinamismo y amor el cual no se puede quedar atrás!

El deseo de mi corazón es tener la oportunidad continuar escribiendo más viajes al interior del corazón Claudia.

¡Gracias ALEH Jerusalem de todo corazón!

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