Durante el feriado de Semana Sana visité Lomas de Tzununá; un paradisiaco lugar en Sololá. La aventura se trató de salir de la ciudad con mi hijo mayor Fredy, regresar a casa con la paciencia que le caracteriza, de la calzada Roosevelt a casa porque había olvidado mi traje de baño. Después pasar a desayunar, escuchar música que a los dos nos gustara y para eso tomamos turnos; por supuesto parar a almorzar las respectivas tortillas con queso chancol en Tecpán.

Al llegar a Tzununá dejamos el carro en un parqueo, subimos a un Tuc- Tuc que nos encaminó hasta el hotel y en el recorrido provocada por los nervios, se podían escuchar mis sonoras carcajadas; porque el camino era cuesta arriba, lleno de curvas y cerrado lleno de cuchillas; llegado a un punto había que bajarse porque era tan empinado que solo el conductor podía subir en el transporte.

El segundo día, al abrir la cortina de mi habitación y contemplar la belleza del lago Atitlán; la grandeza de sus volcanes San Pedro, Atitlán y Tolimán; di gracias a Dios por ese momento de aislamiento del mundo y su rutina, por ese rescate a mi persona que hiciera Fredy conmigo al decirme: “Mami, esta Semana Santa pasemos tiempo juntos, necesitas descansar”. No podía pedir más, por un momento añoré vivir así un día, en medio de en una vida natural, llena de azul, verde, brisa, flores, un frío suave y sol, todo a la vez perfecto.

¡Es hora de hacer ejercicio! dice Fredy, quien es entrenador de CrossFit, entre otras cosas y yo su mamá quien acepta los desafíos con facilidad le dije: ¡Vamos! Es aquí en donde empieza la caminata. Me llevó al encuentro de un recorrido de 150 gradas que hacen los huéspedes del hotel Lomas de Tzununá que llegan por lancha.

Con mis audífonos y música instrumental sublime, canción titulada Roma de Vicente Amigo una combinación de guitarra, flauta y violín que me llega muy dentro del alma, me hace reflexionar sobre mi experiencia, además me ayuda a derivar el dolor que a veces me provoca el esfuerzo del ejercicio; comencé a bajar las gradas empinadas y encuchilladas atrás de Fredy; la propuesta eran cinco vueltas…hagan la cuenta de lo que me esperaba (risas).

Ni les cuento la ventaja que me llevaba Fredy al subir y bajar, de vez en cuando volteaba a ver por dónde iba y sin hablar confiando en que yo podía y no iba a claudicar continuaba su camino solamente para sentarse un ratito en lo que terminaba de subir con resueño en mi respiración; era entonces que extendía su brazo fuerte, me daba la mano para ayudarme a terminar esa vuelta, dejaba que me sentara unos segundos para preguntar: ¿Lista? A lo que rápidamente respondía: ¡Sí!

Mientras hacía esta caminata pensaba, tengo que escribir sobre todo esto que estoy integrando en mí, como persona y como madre; es demasiado intenso y bello. Aquí algunas de las frases aisladas que se dibujaban en mi mente que me acompañaban en mi recorrido: 

Aislarme, no estás sola, Atitlán, los volcanes, mi hijo, la vida, la salud, mis piernas para caminar, vida, la naturaleza, el esfuerzo, que tu corazón viva, vencer los desafíos, tiempo, sabiduría, la caminata reflejo de la vida, cuesta arriba, caminos cerrados, caminos que se abren, la vida pide más, la vida te da todo, tú puedes, Dios está siempre contigo, los hijos crecen, gracias, el amor existe, el amor nunca deja de ser, no claudiques, siempre para adelante y no te canses de hacer el bien.

Frases que se dibujaban en mi mente y que me daban fuerza para seguir…símbolos de fuerza y de amor.

Reflexiones de la caminata:

Tiempo: el tiempo es precioso, es de verdad uno de los regalos más grande que podemos darles a nuestros hijos. Tiempo de mirarlos a los ojos, escuchar sus pensamientos y sentimientos, actualizarnos de sus vidas y que ellos sepan de las nuestras. Tiempo de leer juntos, hacer siestas, nadar o chapucear en el agua, de comer más despacio, de reír a carcajadas, de cantar y que escuchen nuestra voz… aún así sea desafinada, al final es nuestra voz y necesitan escucharla.

Me di cuenta de que aquel niño a quien un día enseñé a caminar y a quien daba la mano, es hoy el hombre joven quien va delante de mí, es hoy quien extiende su mano para guiar la ruta y abrir mi paso. Los tiempos cambian, llega el día en que nuestros hijos crecen y ahora ellos orientan algunas rutas dada su juventud y su fuerza. Pensemos en aspectos de tecnología, fitness, música y algunos más. Por eso también vale la pena pensar en aprovechar su infancia, sus juegos y sus permanencias a nuestro lado, pronto vuelan del nido… algunos incluso, se van lejos. Aprovechémoslos, amémoslos, démosles besos, abrazos, digámosles cuanto los amamos, cuan especiales son para nosotros, cuanto agradecemos a Dios por sus vidas.

Aquietar el alma: hay un versículo que me encanta al que recurro en tiempos de ansiedad y cansancio que me enseñó mi mamá que dice: “Porque te abates Oh! ¿alma mía y te turbas dentro de mí? Espera en Dios porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío. Salmo 42:5. La recreación es necesaria para hacer esas paradas en las que el alma se retira de todo bullicio y se limpia, se purifica a través de Dios, la naturaleza que Él mismo nos da y en su generosidad el regalo de nuestra familia. Brindémonos cuando se pueda ese espacio para sanar nuestra mente cansada y nuestro cuerpo abatido; es entonces que se puede retomar la faena, los planes y propósitos. Es sin duda un pilar de buena inversión de bienestar físico y mental.

Desafíos: terminar las 5 vueltas de subir y bajar gradas… en total 750 gradas; fue una actividad difícil para mí; sin embargo; fue un desafío más, en el cual me di cuenta, que no hay excusas tales como decir ¡Estoy de feriado! para que mi cuerpo se mueva, y vitalice. Paso a paso, respiro a respiro, concentrada, escuchando mi música, de vez en cuando se me corrían algunas lágrimas del reto a mi voluntad y mi carácter las que se confundían con el sudor de mi rostro y algún gemido.

Lo importante era saber que quería llegar a la meta y que mi propósito estaba claramente trazado. Abracé la meta con fuerza y la logré. Al final, mi recompensa fue la sonrisa de complicidad entre mi hijo y yo; un baño en el lago en esa agua fría y deliciosa que me hizo sentir como nueva. Aceptemos desafíos, la alegría de vencerlos es inmensa; estableciendo lazos de unidad con los nuestros a través de los recuerdos.

Recarga tus energías: estar conectados con tus redes de apoyo que son las personas con las que cuentas en tu vida, te recarga de energía, te da vida; por eso hay que provocar esos espacios de compartir lo más que se pueda en nuestro diario vivir. Un tiempo de comida, algún momento en donde se reúnan, se puedan ver a los ojos y hablar. Las relaciones humanas no se hacen solas, se construyen, se entretejen con momentos compartidos, con búsquedas en espacios celosamente buscados y encontrados; muchas veces agendados. 

Es conveniente que nuestros hijos sepan que pertenecen a un núcleo que se llama familia, indistintamente como este compuesta, si es monoparental, nuclear, ensamblada…eso no importa, lo fundamental es que sepan que tienen padres y que no están solos. Es pertinente que nosotros como padres y madres también contemos con su amor y sus abrazos porque también los necesitamos. Ese afecto nutre nuestra vida y nos da fuerza y propósito para continuar motivados cada día. Porque ¿díganme sino es cierto? sus cosas de niños, su inocencia, o su juventud, la claridad de ver la vida, sus risas, sus ocurrencias nos dan algo… y tanto…ese algo y tanto es lo que llamo: vida. Por eso la invitación de hoy es a recargarnos de energía y nutrirnos de su amor.

¡Feliz Día de la Madre!

Quedé invitadísima a hacer otra caminata.

Muchas Gracias Fredy por esa caminata a tu lado… me enseñaste a descansar, a callar, a reflexionar, a ser más fuerte, a disfrutar, a estar presente aquí y ahora contigo.

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