Te has preguntado alguna vez ¿porqué guardas aquella flor que te regalaron cuando eras adolescente y la conservas en uno de tus libros favoritos? O, ¿Porqué te pones aquel anillo cuando necesitas fuerza y seguridad? Y ¿Porque te pones la blusa rosa el día de la entrevista de trabajo?
Es que los símbolos tienen un valor altamente poderoso en nuestra psique. Carl Jung psicólogo y psiquiatra suizo expone que en el estudio de la simbólica puede haber representaciones en objetos, la palabra escrita o hablada en la experiencia de las personas y como resultado dar un sentido a las cosas.
Por ejemplo un objeto como un anillo: que es un símbolo puede obtener una connotación de significado profundo en los seres humanos traducidos como: amor, eternidad, fuerza, esperanza y más.
Las madres tienen un alto poder simbólico en las vidas de los suyos ya que a través de su amor, su ejemplo y enseñanzas estampan un sello, dejan una voz, una palabra, un objeto, una frase que acompañara siempre a lo largo de la vida. Es por eso que se sigue haciendo aquella receta justo como Mamá la enseñó, o se pronuncian a los hijos frases que ellas decían como “machete estate en tu vaina”, o “el que no oye consejo no llega a viejo”. Así, cada uno tendrá en su significado las frases que sus madres les decían, las cuales hablarán sin palabras en un momento de toma de decisiones, o en un momento en que se necesite el consejo aunque se encuentren lejos o ya haya partido.
Hace ya más de una década me encontraba muy triste, me costaba aceptar ya no usar mi argolla de matrimonio. Era un símbolo que para mí quería decir “siempre”; y al realizar en mi vida que ese “siempre” no se cumplió me dolía mucho renunciar. Por fin un día la retiré de mi mano, la guarde intacta junto al anillo de compromiso.
Un día cuando ya habían pasado algunos meses y yo había retirado mi alianza de mi mano, hicimos un viaje campestre a una finca hermosa que era parte de la vida de mi Mamá. Ese día se me acercó y me dijo: “Te tengo algo”. Para mi sorpresa era una argolla hermosa, gruesa (como a mi me gustan ) dorada como de matrimonio, que adentro decía “Jesús”. La había mandado a hacer a mi medida y me la puso en mi mano. Me dijo las siguientes palabras que nunca olvidaré. “Te doy éste anillo para que sepas que Jesús SIEMPRE va a estar contigo y NUNCA te va a dejar, úsala todo el tiempo que sea necesario y cuando la necesites”.
La use constantemente por años; y de verdad que me empecé a sentir acompañada, más segura, cuando los momentos de soledad se asomaban, miraba la argolla y el nombre que tenía inscrito adentro y decía: ¡No¡ ¡No estoy sola, Jesús está siempre conmigo! esto me animaba.
Hace un año que mi mamá no está físicamente conmigo; sin embargo vuelvo a escuchar sus palabras seguras, ciertas, convencidas, llenas de amor mezclado con fortaleza. Uso la argolla cuando necesito sentir la fuerza, la seguridad, cuando siento temor ante algunos retos y aun de algunas personas, sus palabras resuenan nuevamente en mi interior.
Este mes en que se celebra el Día de la Madre le invito a que corra a darle un abrazo a su mamá si aún la tiene, sino a que recuerde sus historias, consejos y enseñanzas, además si ya no la tiene físicamente lo invito a que busque ese regalo de amor que le hizo un día que encierra un mensaje significativo exclusivamente para usted.